Qandil. Luces del Poniente. Nueva edición, Diciembre 2017

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El baile de las máscaras

el arbol de la vida y de la muerte

El baile de las Máscaras. Las falsas identidades que nos han impuesto.
@ Francisco Martínez Dalmases. Marzo 2014

El trasfondo:
Hace ya casi una década, durante una estancia en Uzbekistán, me hablaron de Olga Kharitidi, un psiquiatra rusa que había visitado Uzbekistán unos años antes y había trabado relación con la “tribu del sueño”, un grupo de etnia gitana –los liuli- impregnado de tradiciones orales shamánicas y sufis al margen de lo que la literatura define como shamánico o sufi. Fruto de ese encuentro Olga escribió un libro: “The Masters of Lucid Dreams”, que narraba las técnicas de sanación de la mente individual y colectiva, cuando estas han sucumbido a lo que en lenguaje psiquiátrico Olga define como el espíritu del trauma, y que la Tribu del Sueño denomina “los demonios de la memoria”. Olga narraba su trabajo en un hospital psiquiátrico en Novosibirsk y su encuentro con la encadenación de traumas recurrentes en las mismas familias, la inexorable contaminación de la enfermedad psíquica cuando conflictos no resueltos ganan espacio y fuerza a través de los nudos que crean, desarrollándose todos ello en la impunidad del inconsciente individual y colectivo, el dominio de lo no-hablado, lo no-definido. Olga describía el espíritu del trauma como una fuerza consciente, que se adueña de esos espacios en tinieblas y se reproduce a través de las generaciones. Su mentor en la Tribu del Sueño le enseñó a integrar esos espacios traumáticos mediante música, danza, narraciones orales, la experiencia de sueños conscientes o la exposición a determinados diseños.
Tarde tiempo en conocer a Olga, hará ahora más de dos años, en un seminario que conducía en un apartado lugar al norte de Francia. Olga (Kharitidi) Yahontova, radicada en la actualidad en California, entre otras actividades, supervisa como psiquiatra a presos en penales de alta seguridad, muchos de ellos condenados de por vida, e intenta introducir motivaciones y proyectos vitales entre los residentes de lugares tan inhóspitos. Comentando acerca de su anterior experiencia en Novosibirsk, Olga describió algunos de los dramas ocultos de la sociedad rusa, entre ellos la alta tasa de violaciones, a menudo en el marco familiar, que marcan de por vida a un gran número de mujeres, enlazó eso con su actual trabajo y dijo:
“Lo más sorprendente es que antes trataba a las víctimas de violación, ahora trato a los que han perpetrado violaciones, en ocasiones llegando incluso al asesinato de sus víctimas,… y son la misma gente, tienen los mismos problemas, los mismos nudos ancestrales”.

Aquí y ahora:
Una convocatoria de referéndum en Cataluña llama a la puerta y pone en tela de juicio una unidad social, política y económica que dura varios siglos. A estas alturas el debate está muy caliente y predominan los argumentos teñidos de una profunda carga emotiva que oscila entre la traición desde una óptica, la recuperación de una identidad menoscabada desde otra óptica
Me gustaría enfocar una mirada diferente. Lo he intentado en el libro Qandil. Luces del Poniente, donde el ensayo y la novela pactan su mestizaje para recrear la historia no-escrita, apenas oral, de una España silenciosa, algunos de cuyos efectos los percibió Antonio Machado al exclamar: “… una de las dos España te ha de helar el corazón”. En realidad hay más de dos Españas, más de tres, … o quizá nunca haya existido España: el proyecto de identidad nacional desde el siglo XVI, si observamos fríamente su líneas maestras, se nutre de la cosmología de la Gran Castilla, donde todo se supeditó a la autoridad que emanaba de Dios y Rey, principios absolutos.
Lo que denominamos España nació no de la integración, sino del rechazo: rechazo a lo judío, rechazo a lo musulmán, rechazo a las nacionalidades periféricas: Navarra-País Vasco, Cataluña, estatuto de limpieza de sangre y limpieza de oficios, la Inquisición… La persecución a todo lo distinto alumbró la marca España
Con ser fácil cargar las tintas contra Castilla, la Gran Castilla, matriz física y sociológica de lo que posteriormente ha recibido el nombre de España, hay que recordar que fue en Castilla donde se dio la represión de las Comunidades de Castilla y su embrión de una sociedad civil. La derrota de los Comuneros en 1521 marcó la muerte de miles de castellanos que querían separar la gestión del estado de la teocracia imperante.
Cervantes adjudicó la autoría de El Quijote a Cide Hamete Benengelí, historia escrita en caracteres de aljamía, que halló en los cartapacios que un muchacho intentaba vender en la tienda de un sedero en Toledo, siendo él tan solo el lector… Pocos han entendido el órdago que lanzaba Cervantes a una sociedad que se ensamblaba desde la exclusión. Se ha glorificado a Cervantes y su obra, pero no se ha entendido el mestizaje que proponía, su declaración de identidad como “cristiano nuevo” se halla allí expuesta a la luz pública. Aceptar el mestizaje implicaría aceptar al “otro”, la sombra que nos persigue en un sueño recurrente del cual tratamos de escapar, pero por muchos atajos que tomemos y muy rápido que huyamos, siempre se halla a la distancia de un soplo. Las exclusiones, si se interiorizan, se convierten en sombras que nos acompañarán para siempre.
No escribo estas líneas desde la impunidad literaria, soy parte del proceso, mi línea materna es catalana “de soca y arrel”, los Dalmases Mir, proceden de la Segarra profunda. Mi línea paterna trae otros aires, mi abuelo, emigrante a muchos lugares, terminó estableciéndose en el Urgell, y con él mi padre, un muchacho de ocho años que cambió los aires secos de una aldea almeriense por nieblas invernales del Urgell ilerdense. Es por ello que los partidarios del pedigree catalán me pueden lanzar el mote despectivo de “charnego”, lo acepto. Ya adulto, en mi padre afloró el mismo afán errante de mi abuelo, y siendo aún un niño me las tuve que componer -arrastrando un deje catalán en el habla que siempre me identificaba como foráneo- para adaptarme cada año a nuevos compañeros y colegios por las profundidades de Extremadura y Castilla la Vieja.., si la Vieja, la Eterna, la que ahora un gobierno al completo pretende resucitar como vector de la historia en el siglo XXI.
Cuando era pequeño mi madre a menudo apostillaba mi curiosidad con una frase en catalán: -No siguis tafaner…- Como adulto descubrí que el vocablo “tafaner” procede del árabe coloquial “tahhán”, molinero, fisgón. Mi infancia, hasta los siete años, transcurrió en una finca agrícola cerca de Lleida, el límite de nuestra propiedad por el noroeste lo marcaba el camino a Alcoletge (Al Kolaia, castillo pequeño), frente a nuestra casa se veían los restos erosionados del castillo de la Moradilla, y al otro lado de la ladera se hallaba el pueblo de Alamús … sí, nombres que proceden de la cultura islámica que se desarrolló en toda la Península –incluida Cataluña- con unas claves muy particulares. Y lo menciona porque la pureza racial, cultural o ideológica es siempre falsa.

La corte castellana, impregnada de integrismo católico, a partir de la segunda mitad del siglo XV institucionalizó una visión de la historia que no tenía nada que ver con lo acontecido hasta entonces.
El problema con la “España eterna” es que nunca ha existido: identidad fabricada a partir del siglo XV por razones ideológicas. Las guerras entre facciones visigodas durante generaciones finalizó con el triunfo de los arrianos o cristianos unitarios, que echaron mano de un puñado de huestes bereberes procedentes de su provincia Tangitania, al otro lado del estrecho. La lenta entrada de la religión islámica se produjo a través de comerciantes que llegaban a los puertos del Levante, el arrianismo y el Islam eran tan similares, que poco a poco una gran mayoría de la población cambió sus señas de identidad religiosa. No desaparecieron millones de españoles y aparecieron millones de árabes. San Eulogio de Córdoba aún no se había enterado en el año 850 (más de un siglo después de la “invasión”) que la otra religión con la que polemizaba en Córdoba era el Islam, creía que eran arrianos. La Crónica Sarracina, donde se narra la invasión de los “árabes” fue escrita en 1433 por Pedro del Corral, 720 años después de los hechos descritos. La otra gran cultura y religión en Sefarad (España), la judía, muestra componentes similares. Durante los siglos I-V la religión judía mantuvo una dinámica proselitista que ahora se ha olvidado. El historiador judío Yitzhak Baer, autor de “Historia de los Judíos en la España cristiana”confirma el origen étnico hispano-romano de los judíos de Mallorca y el Levante.
Discurrieron los siglos y unos españoles católicos mostraron más energía para la guerra y acabaron triunfando por las armas en 1492. Otros españoles, judíos y musulmanes, mostraron más capacidad para la cultura, el arte y el comercio, y perdieron el poder militar y político. Castilla comenzó a fabricar “crónicas” a partir del siglo XV, fabulando el pasado para asentar la institución Iglesia-Monarquía. Ese encaje ficticio es hoy insostenible, sorprende que el mito de la España única haya aguantado tanto como cimentación de toda una sociedad y las costuras hayan tardado tanto en hallarse al borde de la ruptura. En los años 50 el poeta Gabriel Celaya escribía en su “Cantos ibéricos”:

-Me siento un ingeniero del verso y un obrero
Que trabaja con otros a España en sus aceros.

Los versos de Celaya muestran una notable percepción, mucho intuyó el poeta sobre el problema de fondo, desafortunadamente faltaba gente lúcida para “forjar a España en sus aceros”.

En la segunda mitad del siglo XVI la Gran Castilla (toda España, excepto los Reinos de Portugal-Navarra-Aragón-Valencia-Flandes y el Reino de Nápoles y Sicilia) cayó en una profunda crisis económica. La decisión de Carlos I de convertirse en Sacro Emperador supuso un gran endeudamiento –se compraron las voluntades de los príncipes en toda Europa para obtener el nombramiento, y hubo de endeudarse con el banquero Jakob Fugger para hacer frente a estos gastos. El tamaño de la deuda era tal, que Castilla dedicó gran parte de su presupuesto durante dos generaciones para pagarlo, hasta que Felipe II declaró la bancarrota de 1577. El hecho de ser el custodio del catolicismo supuso otro problema añadido, hubo que ensamblar un gran cuerpo de ejército profesional, los Tercios, para embarcarse en los conflictos religiosos que estallaron en toda Europa. El coste fue inmenso, en vidas humanas y en recursos sustraídos a la sociedad civil… el integrismo resulta demagógico y contagioso, pero nunca barato (una buena muestra lo tenemos con el actual sacro imperio, Estados Unidos, y sus intervenciones militares sin fin, mientras varios decenas de millones de sus ciudadanos carecen de cobertura sanitaria).
En 1626 el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV, pretendió unificar las instituciones de toda la península. Los inmensos cargamentos de plata que llegaban al reino de Castilla procedentes de las minas de Potosí y Nueva España (los otros reinos españoles quedaban al margen del expolio de las riquezas de ultramar) no bastaban para tapar el desastre económico y decidió el reparto de los costes. El proyecto Unión de Armas proponía la contribución de cada uno de los reinos en soldados y en dinero para sostener el Imperio. La oposición fue radical en todos los Reinos y las Cortes Catalanas pretendieron rebajar su contribución. Los conflictos generados a partir de ahí, además de una guerra abierta con Francia, condujo a la Guerra dels Segadors (1640-1652), donde se mezcló una guerra con un enemigo foráneo y una guerra civil en Cataluña, un enfrentamiento burguesía-campesinado que la historiografía del nacionalismo catalán no recoge plenamente al pretender una visión monocolor de su pasado.
Si queremos acercarnos a la “herida histórica” a la identidad catalana y hacer algo de luz en el mito central, debemos enfocar nuestra mirada en la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII. La muerte del rey Carlos II sin sucesión disparó las ansias en todas las cortes europeas, en juego estaba la supremacía militar y económica de Europa, fuese el eje la unión Austria-España, o la cimentación de un imperio Franco-español. Los europeos se agruparon en dos bandos por motivos estratégicos. Los partidarios del austriaco Archiduque Carlos y los partidarios de Felipe de Anjou, nieto del monarca francés Luis XIV.
Felipe de Anjou entró en España a la cabeza de un ejército francés y se proclamó rey de España con el título de Felipe V en Madrid el 8 de Mayo de 1701, y pronto fue a Barcelona, donde juró la constitución catalana el 4 de Octubre de 1701. Sería enciclopédico narrar todos los vaivenes de la larga guerra. Tan sólo destacar que en el Reino de Aragón y Principado de Cataluña, y en el Reino de Valencia, aunque no de modo unánime, se produjo una mayor adhesión hacia el bando del Archiduque, sobre todo a partir de un movimiento popular que se dio entre el campesinado y se le denominó los maulets (nombre que procede del morisco maula, esclavo liberado), y que nos dibuja uno de los ingredientes que las líneas oficiales de la historia han ocultado: gran parte del campesinado del Levante y las tierras del Ebro procedían de un sustrato morisco. También es cierto que los catalanes recelaban de los intereses franceses, ya que en “la guerra del Segadors”, un par de generaciones atrás, habían perdido el Rosellón y parte de la Cerdeña. El epílogo de años de luchas y cambios de suerte en el campo de batalla, fue que las tropas francesas y castellanas lograron imponerse finalmente y redujeron el conflicto hasta el entorno de Barcelona. En medio de tanta destrucción, el Emperador José I murió en 1711, y el Archiduque Carlos prefirió asumir el trono de Austria en sustitución de su difunto hermano, abandonó Barcelona y nunca regresó. En Julio de 1714 se produjo el asalto final, el Duque de Berwick, al mando de 40 batallones de tropas francesas y unos regimientos castellanos entraron en Barcelona el día 11 de Septiembre. Entre los días 13 y 14 se produjo la oficialización de la rendición y el decreto por el cual Felipe V abolía las cortes catalanas y los Tres Comunes: El Consejo del Ciento, La Generalitat y el Brazo Militar.
A Felipe V se le había presionado, incluso su propio abuelo, el Rey de Francia, para que no aboliese los estatutos catalanes, pero decidió zanjar el problema de otro modo, imponiendo un férreo centralismo, reinventando a Dios, Iglesia y Rey en el siglo XVIII. Así mismo, instruyó al Duque de Berwick para que fuese implacable en Barcelona. La ceremonia anual el 11 de Septiembre en la Fossa de les Moreres recuerda la dureza de la represión.
Fue una guerra larga y dura, entre dos monarcas foráneos, con tropas foráneas de ambos bandos –particularmente franceses e ingleses- y el tratado final de paz en Utrecht lo marcaron las potencias europeas que habían combatido en España, sin que ningún representante español estuviese presente.
La realidad del conflicto está plagado de ambigüedades: Felipe de Anjou juró la Constitución en las Cortes catalanas en 1701 para luego revocarlas en contra del consejo de todos. Los “botiflers” fueron regimientos de soldados catalanes partidarios de Felipe V que participaron en la guerra, y que con el paso de las generaciones se convirtieron en el germen de los “mossos d’esquadra”. El Archiduque Carlos promovió y aceptó el sacrificio de Barcelona, tras huir para hacerse cargo de la corona austriaca. La flota austro-inglesa fue la primera en bombardear Barcelona en Mayo de 1705, las tropas de la alianza que desembarcaron en Barcelona volvieron a bombardear la ciudad desde Montjuich en Agosto de 1705.
Desde la óptica catalana -además del drama del asalto a Barcelona- su mayor pérdida fueron unos estatutos y organismos civiles de administración. Nunca fue una guerra de independencia, los catalanes combatieron por un fallido Rey de España

La memoria construida:
Lo sorprendente –el espíritu del trauma reproduciendo sus nudos ancestrales- es que las “nacionalidades” periféricas han construido en los dos últimos siglos mitos similares para reafirmar su diferencia. Hablar de Sabino Arana y su mito del vasco puro frente a la impureza de los maquetos roza la esquizofrenia.
Los mitos catalanes navegan por las mismas aguas. En 1886, acompañando a la corriente de exaltación regionalista que derivó en nacionalismo, el poeta Jacinto Verdaguer publicó el poema Canigó. En ese poema se ubican los ingredientes de un mundo imaginal que han impregnado la consciencia colectiva catalana. Verdaguer, en sus viajes por la Cerdeña francesa (territorio catalán hasta el siglo XVII) recogió leyendas medievales asociados a la geografía del monte Canigó y les dio forma en un notable poema: La leyenda se sitúa en el siglo XI, el héroe Gentil, hijo del Conde Tallaferro, se encuentra con la reina de las hadas en esos parajes y, embrujado por ella, vuela a través de los montes, hasta que su tío, que combate contra los musulmanes, logra rescatarlo del embrujo y lo empuja al campo de batalla, donde consigue la victoria contra los “extranjeros”. Es sorprendente su semejanza con el mito de Don Pelayo-Virgen de Covadonga, pero con una mayor carga poética. Este poema es uno de los hitos fundacionales del nacionalismo catalán y retrotrae a una identidad procedente de la dimensión imaginal, que se materializa en la geografía física y humana y cuaja en “pueblo”.
Las conquistas de los Condes de Barcelona hasta la demarcación del Ebro en el siglo XII fueron acompañadas de una acertada política demográfica, se permitió a sus habitantes conservar su hacienda y no se recurrió a la política de repoblaciones que asoló Castilla y posteriormente Andalucía. La población rural en la cuenca del Ebro eran descendientes de moriscos, protegidos en la zona del Cinca por el Marqués de Aytona en la época de las expulsiones en el siglo XVII. Lo mismo hicieron los consecutivos virreyes asentados en Tortosa protegiendo a los moriscos de la Ribera del Ebro. Quizá la tolerancia tuviese como motivo la inmensa riqueza agrícola que generaban, pero los mitos sociales catalanes has seguido muy de cerca de los castellanos, y nunca han hallado acomodo para una parte de su población que no encaja con la visión de una pureza de creencias desde la noche de los tiempos. Dicha realidad afloró de nuevo con la guerra de Sucesión, donde el movimiento campesino de los maulets (los maula moriscos) surgió con toda su fuerza en esa área geográfica. Aún hoy los habitantes de la Ribera del Ebro se consideran la quinta provincia catalana. Una identidad que nace de un sustrato cultural diferente.
A partir de mediados del siglo XIX la burguesía catalana transformó el movimiento literario romántico en regionalismo, una exaltación de las costumbres propias y la mitificación de un pasado sin sombras. Posteriormente Prat de la Riba articuló ese movimiento en una corriente política, la Lliga Regionalista, que tuvo en Cambó a su más destacado protagonista y cuyo objetivo era un estatuto de autonomía para Cataluña. Francesc Macia, uno de los fundadores de Ezquerra Republicana introdujo el catalanismo independentista en los años 30. Estas etapas acompañan en el tiempo el colapso de importantes mitos colectivos: La pérdida de las colonias españolas de Cuba y Filipinas en el año 1898, que generó un estado de desánimo colectivo en toda la sociedad española y la Gran Depresión del año 29. No hay que perder de vista el “clima” imperante cuando ocurren los acontecimientos supuestamente fruto de la voluntad popular.
La retórica nacionalista catalana tiene manifestaciones poco presentables. Una de ellas ha derivado en una idea central: “sólo se puede ser catalán si se es nacionalista”, esto sustrae la voz y representatividad de los catalanes que no participan de la exclusión como mecanismo social. En su aplicación práctica, la Generalitat ha fomentado una red de clientelismo cultural y económico que hace muy difícil la manifestación de otras voces. La sociedad catalana actual se está convirtiendo en monocolor con mucha rapidez.
Visto desde otro ángulo, entre la mayoría de los catalanes el lenguaje de la facción conservadora del estado español – anclada psicológicamente en la Edad Media- genera rechazo.
Resulta asombroso el paralelismo entre el actual gobierno del estado español, heredero por vocación de los mitos más rancios, desde Don Pelayo hasta el último Caudillo, y al otro lado la Generalitat y su apuesta por una retórica de victimismo arquetípico que se retroalimenta hasta el infinito: “los catalanes siempre hemos sido engañados por el centralismo”. Ambos instrumentalizan la historia y sus mitos, y al margen del discurso público fomentan una red de clientelismo social y económico que origina tramas de corrupción en todos los estratos de la sociedad. Danza simétrica de identidades falsas, que se nutren de la exclusión del “otro”, cuanto más enfrentado esté el debate, más rédito electoral obtendrán. Soflamas vacías y grandilocuentes, el “orgullo herido”… hermanos gemelos.
La clave “emotiva” de nuestros sentimientos y afiliaciones es respetable, el problema es que quienes practican la ingeniería social saben cómo pulsar dicha clave. Hubo un tiempo en que algunos políticos y personajes públicos estaban dotados de empatía, capacidad de conectar. Hoy eso no se deja al azar: la neurolinguística y las técnicas de propaganda transforman a cualquier político torpe en una máquina de lanzar frases de plástico procedentes de los gabinetes de estudio de sus partidos, basados en unos objetivos mercantiles: cuota de mercado. La realidad social casi nunca se aborda, se construye una realidad alternativa, y las batallas se dan en un escenario irreal: la narrativa que nos cuentan por motivos políticos, económicos, en definitiva… poder. Con la particularidad que en la historia española a menudo aparece un extraño y peligroso mecanismo sociológico: si tenemos un enemigo tenemos un proyecto que nos une.

Sería absurdo que el discurso excluyente contamine a toda una sociedad. Sería penoso si algún día viésemos en perspectiva como la Élite que detenta el poder -moviendo a los grupos políticos y sociales como títeres- fue capaz de imponer a principios del siglo XXI un fundamentalismo económico y social que vació de contenido la democracia, convertida tan sólo en un rito de votar una de las dos opciones: si a lo que yo digo / no a lo que dice el adversario que yo he creado.

Los demonios de la memoria.
¿Acaso hemos hablado de algo diferente en este largo artículo?
Durante el servicio militar trabé amistad con un compañero, al que una vez reincorporado a la vida civil vi en un par de ocasiones y surgieron los comentarios sobre el modo en que nos abríamos camino. Me comentó que había conocido a una joven que le gustaba y parecía que podría cuajar en una relación estable, pero ella tenía reacciones extrañas a la convivencia. Finalmente mi amigo me narró la historia:
En la familia de su novia se daba un drama que ella no sabía como resolver. Sus padres se habían conocido a finales de los años 50, su padre estaba esperando aprobar una de esas interminables oposiciones a la administración y mientras no tuviese trabajo estable no podían casarse. Fruto de sus relaciones la madre se quedó embarazada y, unos meses antes del alumbramiento, decidieron que ella se trasladase a Zaragoza, donde se había establecido su hermana, y que allí diese a luz sin que nadie más de su familia –aparte de su hermana cómplice- o amigos lo supiese, para no convertirse en el centro de vergüenza y deshonor (España, años 50). Así fue, a los pocos meses de dar a luz la madre volvió a Madrid, dejando a su bebé al cuidado de su hermana. El hombre finalmente aprobó las oposiciones y se casaron. Esperaron aún un par de años y entonces trajeron a su hijo desde Zaragoza y lo presentaron a todos como su sobrino, que viviría con ellos ya que su hermana no podía mantenerlo. Un tiempo después nació la joven y juntos crecieron, pero “los demonios de la memoria” ya se habían adueñado de sus vidas. En el seno de la familia, a su hijo lo trataban como un sobrino, y enseñaron a su hija a tratar a su hermano como si fuese un primo. El tiempo había pasado, pero seguían asumiendo el papel de tíos quienes eran padres, y de primos, quienes eran hermanos. Como la realidad finalmente se filtra o se intuye, todos ellos eran conscientes de la irrealidad de la situación, pero ninguno tenía fuerzas para romper el muro de silencio y falsas identidades que habían construido en sus relaciones.
Pido disculpas por desvelar una historia que me fue contada confidencialmente hace más de tres décadas. Es una historia que no me pertenece, pero la he recordado a menudo al navegar por el arquetipo de lo español, un conflicto no resuelto para el cual en ocasiones he intentado construir en mi imaginación rutas de encuentro donde padres y hermanos pudiesen convivir sin máscaras un día…

El ser humano es Luz materializada…….. Sheij Mohammed Karim Kermani

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La ciencia de las Letras

La Ciencia de las Letras (Ilm al Huruf) y de los Números (Ilm al Abjad)

                                                     

Francisco Martínez Dalmases

En el año 1884 apareció un importante fondo de libros islámicos en una remodelación de una casa de Almonacid de la Sierra. Estos manuscritos, “libros tapiados”  -escondidos en una cámara entre dos pisos, a la espera de un cambio de circunstancias que permitiese su lectura una vez más- proceden del siglo XV y XVI. Algunos están escritos en gran parte en árabe, mezclado con aljamiado, e incluso trozos en romance, lleno de giros y modismos aragoneses.

Una parte del fondo se perdió a causa de la ignorancia destructiva en el momento del descubrimiento, otra pasó a engrosar bibliotecas privadas de algunos eruditos, que vieron la oportunidad de apropiarse de manuscritos de gran valor al amparo de una supuesta investigación. Entre los manuscritos que se consiguieron agrupar y fueron catalogados por la Biblioteca de la Junta, y cuya enumeración publicaron Asin Palacios y Ribera en 1912, destaca el manuscrito J/22, depositado en la actualidad en el Instituto de Filología del CSIC/Instituto Miguel Asin.  Este manuscrito se conoce con el título: “Libro de los Dichos Maravillosos. Misceláneo morisco de magia y adivinación”. Ana Labarta publicó una traducción en 1990, atribuyendo su redacción a Mohammed Escribano, que a su vez copiaría de fuentes originales muy anteriores.  

Este texto muestra un conjunto de actividades que se han catalogado de magia, adivinación, hechicería, ciencias ocultas. Al margen del acierto o no al describir otra cultura y tiempo -y conocer la utilidad del manuscrito en ese contexto- se puede reconstruir una parte del contenido en base a la propia ciencia  (Ilm) de su origen. Un dibujo al inicio del manuscrito muestra el siguiente cuadrado mágico:

د

ط

ب

ج

هـ

ز

  ح

أ

و

 “esti es sillo para sillar los talismanes”

Es el conocido cuadrado mágico de Saturno (9 casillas), que da una constante de 15 en su valor numérico, cuando se sustituyen las letras por números en base al sistema Abjad:  Alif=1; Ba=2; Jim=3; Dal=4; Ha=5; Wau=6; Zay=7; Há=8; Ta=9; Ya=10; Kaf=20; Lam=30, etc.  Hay que tener en cuenta la diferencia de significado de este diseño. En árabe el cuadrado mágico se conoce como Awfaq = armonizar, traer armonía. El objetivo de un diseño es armonizar determinadas situaciones, fuerzas, acontecimientos,  mediante una asociación de factores armónicos, no la “intervención mágica” como se entiende en Occidente.  “Traducir” el cuadrado mágico a una base de letras latinas y números, nos da los siguientes valores:

D

T

B

 J

H

Z

 .H

A

 W

4

9

2

3

5

7

 8

1

6

Existen muchos Awfaq de diferente hechura: cuadrado del 4 (16 casillas-Júpiter), del 5 (25 casillas-Marte), del 6 (36 casillas- Sol), del 7-Venus, del 8-Mercurio, del 9-Luna, y de potencias superiores. El cuadrado mágico de Saturno (también conocido como cuadrado de Al-Ghazzali, ya que el filósofo y místico islámico expuso algunas de sus características  en el siglo XII en el libro La Liberación del Error) es especialmente importante porque relaciona de modo armónico los 9 números o potencias a la que todos los números finalmente revierten mediante lo que se conoce como suma teosófica o extracción del mercurio radical. Ejemplo: 19581987= 48 = 12 =3

Podría decirse que cualquier operación matemática lleva en sí el número raíz de sus ingredientes, y el número esencial que generará la interactuación de los elementos mediante sus reglas de cálculo.

En la magia popular islámica existe una palabra que aparece con frecuencia: baduh, por muy deteriorado que sea su uso, inicialmente se basa en este cuadro, relaciona los números pares en secuencia ascendente: 2 (b) – 4(d) – 6 (w-u) – 8 (h.). Menos conocida, existe otra palabra “mágica”: ajhazat, que correspondería a la relación de números impares: 1-3-5-7-9.  Si el cuadrado se leyese según la dirección de sus rangos (modelo semita, de derecha a izquierda), nos encontraríamos con las palabras: Bated Zahej Wah. La lectura según su rango numérico nos conduciría a las siguientes palabras: Abjad Hawaz Hut.  Todas estas palabras forman parte del lenguaje “bárbaro” que se atribuyó a los moriscos y descendientes de musulmanes en España, y que de algún modo marcaba sus supersticiones y reforzaba la necesidad de erradicar esta cultura.

En la cosmología islámica Adam, padre de la humanidad, es creado a partir de arcilla por Allah y sobre él insufla el soplo del ruh (el espíritu). Allah lo presenta ante los ángeles –seres creados a partir de Luz-, que no pueden entender la predilección por esta endeble creación.  (Surah II. 30-34): Respondió (Allah) “Ciertamente, yo sé lo que vosotros no sabéis.” Y enseñó a Adam los nombres de todas las cosas; luego se las mostró a los ángeles y les dijo: “Decidme los nombres  de estas cosas, si es verdad lo que decís.”

Dijeron: “¿Gloria a Ti! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has impartido. Ciertamente, sólo Tú eres omnisciente, sabio.”

Dijo: “Oh, Adam. Infórmales de los nombres de estas.”

 Adam conoce el Nombre de las cosas, puede invocar (re-crear) su realidad a partir de las Letras y de los Números. Este lenguaje adámico, conocido como surianiyya, se convierte en instrumento de acceso a la esencia de toda la creación.  

 El alifato árabe lo constituyen 28 letras, que corresponde con exactitud a la tabla combinatoria de las 7 fuerzas (Saturno-Júpiter-Marte-Sol-Venus-Mercurio-Luna), que bajo su disfraz de nombres astronómicos, en realidad corresponden a las 7 modulaciones que el Ruh (espíritu universal) adquiere en nuestra dimensión espacio-tiempo; dicha modulación, combinada con los 4 humores clásicos: Fuego-Aire-Agua-Tierra, da lugar a 28 articulaciones, cada una ocupada por una letra, tanto en su nivel de grafía como a nivel de fonema e incluso como configuración energética.

El investigador Pierre Lory es un de los pocos occidentales que se ha adentrado en la Ciencia de las Letras desde su dimensión cosmológica. En su artículo Al-simiya  /Cahiers de l’Université Saint Jean de Jerusalem, no.11 expone:

La cifra se manifiesta en la letra, la letra encuentra su ritmo, su vida, a través de la cifra. El paralelismo con la estructura del mundo es explícita: la cifra, el espíritu, corresponde a los datos del mundo arquetípico (alam al-jabarut), la letra sonora al mundo de las entidades sutiles (alam al-malakut), y la letra escrita refiere al mundo de los cuerpos densos. De ello los pensadores de la simiya leerán el conjunto de los ritmos del mundo en fución de las 28 letras del alfabeto árabe. A cada entidad le afectará una o más letras: a los ángeles como a los cielos visibles, a los planetas y las constelaciones, a cada signo zodiacal, a cada día de la semana, a cada hora del nychtamero (ciclo biológico de veinticuatro horas), como a cada elemento natural siguiendo su densidad, a los medicamentos. A esta repartición vendrán a incorporarse las polaridades propia del alfabeto árabe, entre las 14 letras luminosas (letras aisladas al inicio de 29 surahs de El Corán) y las 14 tenebrosas; entre las 14 letras solares y las 14 lunares (asimilables fonéticamente al inicio de una frase o no), etc.  Así todo el universo, desde los átomos terrestres hasta el Trono de Dios, se leerá como una inmensa galaxia de significados que transmiten sin cesar nuevos datos de un pensamiento cósmico en movimiento.”

Las extraordinarias posibilidades que se abren al actuar con fórmulas que corresponden con modelos verbales y numéricos armónicos –como se define en el cuadrado de Saturno- se ha utilizado en la cultura islámica, en particular en el Tasawwuf, desde sus inicios. Este metalenguaje –al margen de su uso en grupos sociales deteriorados- abre un espacio donde es posible obtener una “revelación” a través del lenguaje y los números, que facilitan el contacto con un patrón de realidad a otro nivel.

Lamentablemente, la fragmentada civilización hispano-musulmana -los moriscos-  hubieron de enfrentarse con la Inquisición y la Ideología Única… Han tenido que pasar muchos siglos para que la sociedad comience a investigar las posibilidades del metalenguaje.

Es difícil romper barreras que identifican a grupos sociales con determinados valores o creencias. No obstante, y a modo de ejercicio, podemos tomar el cuadrado de Saturno y explorar algunas de sus posibilidades. El valor numérico total del cuadrado de 9 casillas es = 45 (1+2+3+4+5+6+7+8+9). Si utilizamos la tabla Abjad y  traducimos a letras, una de las posibilidades es el nombre Adam (nombre semítico para el padre de la humanidad):  Alif = 1; Dal= 4;  Mim=40.   El valor numérico de cualquiera de las columnas (horizontal-vertical-diagonal) es 15. Podemos traducir este valor numérico a letras y nos encontramos con el nombre Hwa (nombre semítico de Eva, madre de la humanidad): Ha=8; Wau=6; Alif=1. Podemos tomar estos dos Nombres: Adam Hwa (Adán  Eva) e interrelacionarlos con la partícula و  wau (y en lengua latina) y obtenemos el Nombre Adán y Eva, cuyo valor numérico será: 45+6+15 = 66 = Allah.  Codificado en el cuadrado de Saturno podemos vislumbrar que el enlace armónico (و ) de Adan y Eva (principios masculino y femenino) da lugar a la manifestación de la Divinidad.

 @franciscomartinezdalmases

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El pueblo del Sendero

 

 

El Pueblo del Sendero

Desde estas estrellas, como candelabros colgantes,

desde esos toldos azules del Firmamento.

Ha venido un pueblo maravilloso,

de modo que los misterios puedan ser revelados.

Jalaluddin Rumi

Muchas son las teorías sobre el origen del Tasawwuf, conocido como camino sufí en Occidente. A pesar de su vínculo histórico con el Islam, siempre ha habido dentro del universo sufí una línea –no basada en teorías, sino en percepción- que vincula esta levadura vital con un origen más allá de cualquier marco histórico o geográfico. El propio Islam comparte este origen -el din islámico no se presenta en la revelación coránica como una religión diferente, sino como el perfeccionamiento de la tradición perenne, por muy extraño que esto suene-  Las referencias a los hanifi/tahannuf muestran el vínculo con la tradición unitaria desde los albores de la humanidad.  El Profeta Mohammed señala esta continuidad y al tiempo muestra el desapego a cualquier institucionalización:

“Trata a este mundo como yo lo hago, como un viajero, como un jinete que se detiene a la sombra de un árbol por un momento, y luego prosigue su camino.”

Es importante señalar estos factores, ya que el Tasawwuf-camino Sufi fue el ingrediente sutil que daba coherencia interna a la civilización andalusí. El ascetismo podía ser una de las imágenes de algunos sufís de esa época, pero no la única, de hecho algunos de los más altos exponentes de Tasawwuf se distanciaron de cualquier exceso de celo religioso: Abu Bakr Muhammad ibn Tufail (médico, matemático y estadista, autor de “Hay ibn Yaqzan”), Ibn Bayya (Avempace, médico, botánico, músico), Abdurahman ibn Jaldun (viajero, historiador, el primer sociólogo de la historia). Quienes optaron por proyectar su obra en lenguaje filosófico o gnóstico, chocaron con la institución religiosa toda su vida: Ibn Sab’in, Ibn Masarra, Muhiyuddin ibn al Arabi.

Al rastrear las huellas de seres donde arraigó un sentido diferente del destino humano, el enfoque ha venido casi siempre desde el ángulo religioso, como si esa fuese la única puerta para acercarse a su obra y percepción. Quiero presentar dos textos desde otra perspectiva e invito a considerarlos como documentos de importancia crucial para comprender procesos en los que la sociedad del siglo XXI está inmersa. La sociedad post-industrial, la sociedad de la información, sociedad donde muchos postulan el fin de la historia (Fukuyama), podría estar al borde de convertirse en rehén de un fundamentalismo financiero y social capaz de recortar las posibilidades del ser humano más allá de lo que lo haya hecho nunca ningún régimen autoritario.

 Ibn Jaldun, el “observador de la historia”, escribió el libro Al-Muqaddimah (Los Prolegómenos de la Historia, + 1000 páginas) como fruto de sus largos viajes  a través del Norte de Africa y el Alándalus durante dos décadas en el siglo XIV, en su función de embajador en un tiempo especialmente convulso. La andadura fue puliendo su percepción como observador de los procesos de formación y declive humanos. En el capítulo XV del segundo libro aborda lo que pudiera entenderse como un análisis de ciclos y linajes,  sorprende cuando se lee como  descripción de leyes internas:

La Nobleza en un linaje alcanza su punto final en la cuarta generación en el mejor de los casos

Sabed que el mundo elemental (formado de los cuatro elementos) y su contenido están sujetos a la corrupción, tanto en su esencia como en sus accidentes; por ello las cosas y los seres de diversa clase, tales como los minerales, los vegetales y los animales (incluyendo al hombre), se transmutan y corrompen obviamente. De igual modo acontece respecto a los fenómenos que el mundo ofrece a nuestra observación. Tal se advierte en las condiciones que afectan a las cosas creadas, y sobre todo en lo que concierne al hombre: las ciencias, las artes y todas las cosas de éste índole, que nacen para desaparecer. La nobleza y el linaje ilustre, simples accidentes en la vida humana, sufren inevitablemente la misma suerte. Nadie hay entre los hombres cuya nobleza pueda remontarse, a través de una serie ininterrumpida de ancestros, hasta Adán. Exceptuando, no obstante, a nuestro santo Profeta, que había recibido esta distinción como una insignia de honor y a efecto de que la verdadera nobleza fuere conservada en el mundo. El estado que precede al de la nobleza puede designarse con el término exclusión; es decir: estar colocado fuera del mando y de los honores, y estar privado de miramientos y consideración. Eso significa que la existencia de la nobleza y el lustre procede de su no-existencia, como todo devenir. Ello llega a un término pasando por cuatro generaciones sucesivas, como explicaremos. El forjador de la gloria (de la familia) tiene plena consciencia de los trabajos que le ha costado, y mantiene las cualidades que la promovieron y que son la base de su preservación. El hijo que llega después que él ha tenido contacto personal con su padre y ha aprendido cómo debe conducirse. No obstante, es inferior en este respecto a su padre, en tanto que una persona que aprende cosas a través del estudio es inferior a quien las conoce por aplicación práctica. La tercera generación debe contentarse con la imitación, y en particular debe confiar en la tradición. Este miembro es inferior al de la segunda generación, en tanto una persona que confía en las costumbre es inferior a la persona que ejercita el juicio independiente. La cuarta generación es inferior a las precedentes en todos los aspectos. Ha perdido las cualidades que sostuvieron el edificio de la nobleza de su familia. Él incluso menosprecia esas cualidades, imagina que el edificio no se construyó desde sus cimientos mediante esfuerzo concienzudo. Piensa que es algo que se le debía por mor de su noble ascendencia, y no algo que era el resultado de las cualidades del esfuerzo de grupo (asabiyya) y cualidades individuales. Desconoce el origen de la grandeza de sus antepasados, ignora como se originó ese respeto y cuál era la causa; por ello se considera por encima de los integrantes de la asabiyya a la que pertenece, y cuyo espíritu coligativo aún se mantiene. Permanece convencido de su superioridad e ignora las cualidades que hicieron posible esa obediencia, la humildad mediante la cual sus predecesores habían apaciguado todos los espíritus y cautivado todos los corazones. Los miembros de su partida, indignados por la falta de consideración, le menosprecian, se revuelven contra él y lo sustituyen. Transfieren el liderazgo a otra rama de la misma estirpe. Tal resultado demuestra que la familia dominante se impone siempre por su asabiyya . El nuevo caudillo es escogida una vez se han convencido de la conveniencia de sus cualidades. Entonces la rama de la familia favorecida prospera, mientras que la familia del líder original se marchita y el edificio de su “casa” colapsa.

Este es el caso en todas las dinastías con autoridad real. También acontece en las “casas” de las tribus, en aquellas de los emires, y entre todos los componentes del vínculo agnático, también en las “casas” radicadas en la población urbana. Cuando una “casa” decae, sus colaterales la reemplazan. “Si Dios quisiera, os haría desaparecer y os reemplazaría por una nueva generación; porque Dios tiene en verdad poder para hacerlo.” (surah IV, ayat 132)

 La regla de que la nobleza de una familia se mantiene durante cuatro generaciones es en general veraz. Puede ocurrir que una “casa” pueda desaparecer y colapsar antes de las cuatro generaciones, otras llega a la quinta o sexta generación, aunque en un estado de declive y degeneración. Se han considerado cuatro generaciones, porque este número comprende al constructor (forjador), el continuador (que tiene contacto personal con el constructor), el imitador y el destructor…   

Notas. Texto basado en la traducción de Juan Ferés (1900) y cotejado con la traducción inglesa de Franz Rosenthal (1967)

 

Hadices. Sahih Muslim. Kitab al-Buyu. Libro concerniente a las transacciones

Ibn Abbas narra que el Mensajero de Allah dijo: “Aquel que compra grano para la alimentación no debería venderlo hasta que hay tomado plena posesión de ello.” (3640)

Se narra que Abu Hurarira le dijo a Marwan: “¿Acaso has legalizado las transacciones que implican interés? Marwan lo negó. Entonces Abu Huraira dijo: Has hecho legales las transacciones con la sola ayuda de documentos, olvidando que el Mensajero de Allah prohibió las transacciones de cereales hasta haber tomado plena posesión de ellos. Marwan se dirigió entonces a la gente y les prohibió implicarse en tales transacciones (las realizadas con ayuda de documentos). Dijo Suleiman: Vi como los centinelas les quitaban esos documentos a la gente.” (3652)

Abu Sa’id al-Khudri narra que el Mensajero de Allah dijo: “No vendas oro por oro, excepto que sean cantidades iguales, y no incrementes nada sobre ningún artículo; y no vendas plata por plata, excepto que sean cantidades iguales, y no vendas a cambio de dinero contante algo que se entregue más tarde.” (3845)

Abu Minhal narró: Mi socio vendió plata que debía pagarse en la época del Hajj. Mi socio me informó de ello y yo le dije: Una transacción así no es deseable. Mi socio respondió: La vendí a crédito en el mercado y nadie puso reparos. Me dirigí a al-Bara’b Azib y le pregunté, y él dijo: Cuando el Profeta vino a Medina nosotros hicimos una transacción así, ante lo cual él dijo: En el caso de que el pago se haga en el momento, no hay nada malo en ello, en caso de que se venda a crédito, se trata de usura. Mejor visita a Zaid ibn Arqam, ya que él es mejor comerciante que yo. Me dirigí a este, y este lo confirmó. (3859)

Jabir dijo que el Mensajero de Allah maldijo a quien aceptaba interés y a quien lo pagaba, a quien lo plasmaba por escrito y a los dos testigos, y dijo: Son todos iguales  ( 3881)

                                                                             * * *

La estricta prohibición de la usura, la prohibición de acaparar bienes alimenticios para especular con ellos o diferir el pago por motivos de enriquecimiento, son pilares fundamentales del Islam y así se aplicaron en Alandalus. Estas prescripciones se han visto  –en particular en Occidente-  como leyes rígidas producto de una mentalidad anacrónica, y nunca como una certera comprensión de los ingredientes necesarios para mantener relaciones íntegras dentro de una comunidad y la capacidad para que un grupo humano crezca sano.  En el Islam el canje inicial de objetos se sustituyó por la creación de la moneda (Ceca, casa de acuñación de la moneda, es una palabra de origen semítico) como vehículo de transacción que diese estabilidad al canje. Las monedas originales eran de plata (dírhams)  u oro (dinares), cuyo valor como metal precioso era igual al valor que representaban como moneda.

Alfonso VI comienza a acuñar moneda en el siglo XI (tras el paréntesis de la Alta Edad Media, donde se recurre al trueque y tan sólo circulan en la España católica algunas monedas islámicas andalusís o germánicas provenientes de peregrinos del Camino de Santiago). El inicio de la acuñación castellana está basado en modelos numismáticos andalusís, aunque en su caso el denario de plata ya sufre un deterioro, pues introduce una aleación de plata y cobre que se conocerá como vellón. Con mucha anterioridad el rey anglo-sajón Offa había acuñado monedas con la fórmula La Illaha illa Allah en el siglo VIII.

La moneda en su origen tenía un contenido talismánico (protector) que se ha perdido. Inicialmente la moneda acuñada contenía frases de algún texto revelado. En la civilización islámica la fórmula Bismillahi ar-Rahman ar-Rahim aparecía a menudo, en ocasiones La Illaha Ila Allah. El diseño circular de la leyenda englobaba  y encerraba sus características, en ocasiones algún diseño geométrico (estrella: khatim-najmah) acompañaba al texto. Visto con ojos contemporáneos puede parecer un  modo primitivo de ligar lo material con lo espiritual, pero precisamente ese es el elemento ausente en la civilización occidental. El plano material ya no mantiene una resonancia y armonía con planos superiores para que la comunidad crezca de acuerdo a patrones creativos. Es esencial que la moneda, uno de los elementos más dinámicos de intercambio y relación dentro de la comunidad,  mantenga esa resonancia y protección.

Algunos de estos diseños se transfirieron al papel moneda (originalmente una letra de cambio desarrollada por los mercaderes venecianos para evitar viajar con grandes cantidades de monedas de oro y plata). Hasta época reciente  papeles-moneda de muchos países han mantenido símbolos geométricos, estrellas enlazadas con formas caligráficas, cuyo origen talismánico es obvio, aunque ya no cumplen su función debido a la perversión del sistema que representan.

Alterar la moneda en el Alandalus era un crimen, castigado con la muerte en algunos casos. ¿Atavismo?   Interferir con la moneda mediante manipulación para degradar su aleación, o mediante su utilización fraudulenta vía la usura (un modo de alterar el valor de la moneda y de la transacción) envilecía lo moneda.  Alterar la moneda era alterar los factores de cohesión de un grupo social, una puerta de entrada a la corrupción del organismo; ciertamente no era un daño menor.

Esta visión de la moneda y la función que ejerce en la sociedad no se ha limitado al ámbito islámico. El clérigo, matemático y astrónomo Nicolás de Oresme, figura destacada de la ciencia en el siglo XIV, escribió  el “Tratado sobre el origen, naturaleza, ley y alteración de las monedas”, ahí sostuvo que era un grave error nacionalizar la moneda, que el estado creaba inflación al alterar la ley (aleación) de la moneda, y que la moneda falsificada producía inflación.

Uno de los pocos papeles moneda donde aún se conservan leyendas talismánicas es el dólar, en particular en el billete de 1 dólar,  en este caso pasado por el tamiz de la masonería (pirámide, ojo que todo lo ve,  “The Great Seal” /frase talismánica). Los símbolos, son tan solo un rastro de un proceso degenerativo. De hecho el dólar ha sido el papel moneda más reproducido en la historia moderna sin soporte real que de validez al intercambio que representa. No existe parangón en la historia a la capacidad del dólar para generar inflación.

En un artículo particularmente lúcido  Abdel Haqq Bewley traza la “Historia de la Usura” y describe el proceso mediante el cual los usureros marginales que existían en la Edad Media, un mal menor condenado por todas las religiones, pero tolerado por la nobleza a causa de sus necesidades rápidas de dinero, se aplicaron al proceso de generar dinero a través del préstamos de dinero (no ligado a ninguna actividad de generación de riqueza mediante el esfuerzo en arte, oficio o industria),  de este modo se fueron adueñando de las propiedades de la clase noble y cambiaron las reglas de juego para las clases populares, obligando a una desubicación de las actividades económicas tradicionales. Esos usureros, sobre todo a raíz de la introducción de la letra de cambio y los depósitos bancarios,  pasaron a dominar la actividad económica y se convirtieron en banqueros y estrategas del nuevo orden social. En el curso del tiempo la economía financiera ha engullido la economía real (intercambio de bienes y servicios) y ha creado su propio monstruo inflaccionista que devora sociedades y países, puede ser tentador preguntarse si la cuarta generación de usureros va a sustituir a la nación-estado … o quizá ya lo haya hecho?

Al desestimar la pariedad oro-moneda emitida (o valor a reclamar en oro: 1 onza de oro = 35 dólares) en el año 73, el presidente Nixon dio el carpetazo definitivo a un patrón de intercambio de esfuerzos y energía dentro de la comunidad que se había mantenido durante más de un milenio, a cambio institucionalizó el papel estampado que el estado emite con un valor nominal, y cuyo valor real oscilará en función de los ajustes y desfases que marcan los mercados financieros (los usureros de la cuarta generación).

Con ser fácil atribuir a la sociedad americana la responsabilidad por toda suerte de males, hay que tener en cuenta que es la sociedad más dinámica del presente, donde con más facilidad se muestran los cambios en el signo de los tiempos. Hay que recordar también que los padres fundadores del estado americano (donde confluyeron las esperanzas de muchos grupos sociales que huían de las persecuciones de la vieja Europa) fueron algunos de los estadistas más lúcidos de la época moderna, ajenos a las ligaduras del poder como hoy lo entendemos:

Párrafo de la carta que Thomas Jefferson, tercer Presidente de Estados Unidos, envió en 1816 a John Taylor:

 Thomas Jefferson
May 28, 1816
Monticello

 …The system of banking we have both equally and ever reprobated. I contemplate it as a blot left in all our constitutions, which, if not covered, will end in their destruction, which is already hit by the gamblers in corruption, and is sweeping away in its progress the fortunes and morals of our citizens…

And I sincerely believe, with you, that banking establishments are more dangerous than standing armies; and that the principle of spending money to be paid by posterity, under the name of funding, is but swindling futurity on a large scale.

I salute you with constant friendship and respect.

 …El sistema de la banca nosotros lo hemos reprobado por igual. Yo lo contemplo como un borrón en todas nuestras constituciones, que, si no se protegen, terminará en su destrucción,  que ya están siendo golpeadas por los jugadores corruptos, y está arrasando en su progreso, la fortuna y la moral de nuestros ciudadanos.

Y sinceramente creo, junto con vos, que los establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos en pie de guerra; y que el principio de gastar dinero para ser retornado por las generaciones futuras –hecho bajo el nombre de financiación- no es sino una estafa al futuro a gran escala.

Os saludo con una amistad constante y con respeto.

                                                                       *   *   *

Poco cabe añadir a estas líneas, tan sólo retomar el discurso inicial y presentar la “ciencia de los humanos” de otro modo,  menos identificado con una cultura y un tiempo, sino como levadura capaz de crecer y dar sentido trascendente dentro de sociedades y tiempos. En el Alandalus -que no hemos sabido heredar- una misma palabra tenía dos significados, como el istmo que separa los dos mares: nafs en tanto egoísmo, que enmascara la identidad añadiendo falsos andamiajes. La misma palabra en su sentido superior implica respiración, aliento vital. Abramos la respiración (Nafs):

Origen de las zawiyas * (rincón, hogar donde el ser humano pule su percepción) 

Dice la leyenda que las zawiyas se originaron de este modo:

Un hombre pobre caminaba por un sendero al lado de un río cuando vio una extraña bandera y a un grupo de hombres comiendo.

Él procedía de un país remoto donde las banderas y telas se desplegaban como signo de que la hospitalidad para viajeros estaba disponible gracias a un piadoso legado establecido por alguna persona devota del lugar.

Así que el viajero se sentó y comenzó a comer. Los forasteros le alimentaron y, después que hubo comido, le enseñaron los grandes y poderosos secretos de la humanidad que los hombres no conocían en esa época.

Entonces, él les preguntó: -¿Acaso no habíais puesto esta comida aquí para los viajeros?

Ellos se echaron a reír:

-No, estábamos comiendo nuestra propia comida, y no sabíamos nada de tus costumbres o las de este país. Venimos desde una remota estrella, y a través de la observación de las costumbres y orientación de la gente descubrimos que aquí se ha perdido el conocimiento del hombre,  y nos asentamos en esta tierra. Al hacerlo nos hemos exiliado de nuestro propio origen, y ahora no tenemos medios para regresar. De modo que nos quedaremos aquí; y en vez de retornar, instituiremos la costumbre de la Zawiya, porque este es un modo mediante el cual el conocimiento del hombre será transmitido a la posteridad.

Este hombre, conocido como el Pobre, se quedó ahí para atender a los viajeros, a quienes enseñó el conocimiento y ceremonial necesarios, mientras sus maestros se dispersaron a través del mundo. Así, se idearon y mantuvieron métodos para transmitir las enseñanzas, cada uno adaptado a cierta tribu, o país, o ciudad.

(Journeys with a Sufi Master. H B M Dervish,  por cortesía de Octagon Press )

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El Valle de los Adoradores del Sol

 

Francisco Martínez Dalmases

Junio 2011

El día se ha vuelto frio y una ligera lluvia me recibe a la entrada del valle. He venido hasta Riopar para encontrarme con Juan Valero Valdelvira y se respira un agradable aire húmedo. Las oficinas de Maderas Nobles del Segura son confortables y luminosas. Me sorprende una vez mas que un emprendedor de cien proyectos, alguien a quien se podría asociar con otros escenarios sea uno de los pocos españoles contemporáneos que haya afirmado sin cortapisas el pasado morisco de su familia, su raíces cripto-islamicas.  El saludo es cordial y creo que el sentimiento mutuo: podemos hablar y compartir unas horas sin temor a que nuestra conversación parezca extravagante.

                Juan quiere dar una pequeña vuelta por el valle, para enseñarme algunos de los escenarios de su infancia. Camino arriba en su coche, conecta un DVD de El Cabrero, esta claro que le admira: “es uno de los pocos que canta flamenco por derecho” y parece conocerle bien, surgen comentarios acerca del cantaor y su compañera Elena, que es la que da forma y compás a las letras que El Cabrero escribe, en muchas ocasiones  anotaciones fragmentarias en el campo. La canción que Juan parece empeñado en que escuche es una mariana que se titula: “El Rio de los Flamencos”, la voz tiene fuerza y la letra muchas resonancias “… reata larga, que arrastra quejíos y lamentos…” El camino forestal desaparece en un pequeño claro de montaña.  Ese trozo de bosque había pertenecido a los antepasados de Juan, pero eran tan pobres que no tenían dinero para escriturarlo y lo perdieron. Una fuente ahora cegada la recuerda con un caudal similar a la de Viznar, otra fuente secundaria ha sido labrado con piedra y cemento en una forma de escaso gusto, pero que se hace notar. Subimos a la boca de la fuente, el agua es muy fría y el sabor se asemeja a algo que se podría denominar “agua dulce”. Juan me muestra otras fuentes secundarias –la montaña entera esta atravesada por vetas de agua- y comienza a nombrar lugares de la sierra, costumbres y aperos, muchos de ellos con raíces árabes, Juan Goytisolo le visitó varias veces en los años 80 y parece haberle desentrañado el significado de voces que por aquí era costumbre sin saber su origen. Otras palabras tienen origen en el lenguaje ibero, cuya semántica Juan parece haber estudiado:     

                -Tres escipiones romanos murieron luchando contra los iberos en estas montañas, tan solo el cuarto logro imponerse-  comenta Juan. Sin duda la irreductibilidad geográfica y humana en la Sierra del Segura es el origen de uno de los secretos mejor guardados.

                Bajando por el camino forestal hacia la casa de Aurora, su madre, nos paramos para ver el valle desde varios ángulos y surgen algunos comentarios:

                -Fue el libro de Gerald Brenan. “Al Sur de Granada” el que me dio la clave, al leerlo y conocer la vida de la gente de Yegen, me di cuenta que las mismas historias, pero mas intensas y mejor conservadas, era lo que yo había vivido en la infancia. Al volver, comencé a preguntarle muchas cosas a mi madre… Brenan escribe el 1.927,  y eso y más costumbres de corte “inequívoco” las hemos vivido aquí al menos hasta el 1.964 que es cuando emigramos. Estaría bien repasar el texto y señalar las veinte o treinta constumbres….seguro que la gente ya no se hace tanto la ofendida porque van a recordar cosas y sabrán que esta rama de los Valdelviras no miente cuando hace esas afirmaciones….….no sólo pregunté a mi madre….¡pregunté a todo títere! pero tuve la mala pata de perder todas las anotaciones que hice entre 1.975 y 1.978 que es cuando trabajé esta recuperación de palabras, gestos, rutinas, ancestros….

                La pobreza de finales de los 50’ y principios de los 60’ es la que saco a su familia del Valle, su padre trabajó en Barcelona y Valencia, al perder su empleo volvió al valle con cincuenta y cinco años y retomó su labor de agricultor autosuficiente y matarife, y otra pieza comienza a dibujar un mosaico.

                -Le acompañé muchas veces, luego he cavilado que cuando hacía la matanza orientaba la mesa hacia el Levante (dirección qibla), esto era fácil cuando la orientación de muchas casas en el valle es orientación este, pero cuando en algunas casa la orientación es norte cambiaba la orientación de la mesa de matanza, con la cabeza del animal al este, como si fuese un atavismo incomprensible. Esa orientación no tenía la precisión de la brújula, pero en ocasiones coincidía plenamente.   

                En una curva con un amplio arcén nos detenemos, desde ahí se divisa Riopar viejo, el pueblo encaramado en un risco y coronado por un desvencijado castillo que apenas conserva algún lienzo de muralla. Juan muestra su desaprobación por como se han derribado algunas casas y se han reconstruido con colores y volúmenes ajenos al valle.

                -Era un pueblo blanco al borde del castillo, ahora ya no es…-  Afloran historias de cómo han cambiado las circunstancias en lo que era una sociedad muy cerrada al exterior. La especulación inmobiliaria y luchas de poder también han penetrado en el valle, y el bien más abundante: el agua, parece convertirse en tentación para algunos.

                – Por casualidades el periodista Eugeni (Eugeni Casanova-ver artículo adjunto) se enteró de las historias en las que andaba metido y nos visitó varias veces, una de las veces  le preguntó a un viejo amigo de nuestra familia si había oído hablar de musulmanes en el valle. “Quia, nunca”, fue su respuesta. Entonces se le ocurrió preguntarle: “¿Y adoradores del Sol? ¿Habia adoradores del Sol en el valle?” El anciano señalo el pueblo encaramado en la roca  (Riopar viejo) y me dijo: “Si, muchos, cuando yo era pequeño, por las mañana se ponían allí en hilera y se levantaba y postraban en dirección al Este (qibla). Hasta entonces no había sabido hacer la pregunta, y Eugení encontró la tecla.

                Las investigaciones de Juan parecen confluir en el año 1570, con la derrota de los moriscos en la guerra de las Alpujarras, un grupo de ellos escogió la sigilosa ruta Norte para huir de las deportaciones forzosas del Reino de Granada. La inaccesibilidad de estas tierras posibilitó su refugio.

                -Hay torres albarranas hundidas  en el Valle, entonces existía un sistema de señales mediante espejos para comunicarse de torre en torre a largas distancias. Aquí se podía saber lo que ocurría en Granada en un espacio muy corto de tiempo.- Me vienen a la mente las torres albarranas que en viajes anteriores he visto en las faldas de Segura de la Sierra, en camino hacia El Tranco, y puedo reconocer la ruta de comunicación que propone Juan.

                Aurora, guardiana de la memoria de la familia Valdelvira,  nos recibe con mucha cordialidad, esta cocinando andrajos, plato tradicional de la sierra para que los pruebe; el olor es delicioso y la torta de pan que pone a hornear en los ladrillos calientes del hogar y cubre de brasas candentes me sorprende, mas me sorprenderá cuando lo pruebe.

                He observado los dinteles de ventanas y puertas, con un degradado azul, que siguen el patrón de cerco de las casas tradicionales de La Mancha.  Les comento mi visita hace unos años a la Profesora Joaquina Albarracín en Granada, que tradujo la Miscelánea de Salomón -el manuscrito tapiado que se halló en una casa de Ocaña- donde cada genio-jinn es obligado a relatar sus características, cómo ataca a los humanos y cual es el remedio para los males que inflinge. La Profesora Albarracín, que en su juventud residió en Larache y conoció las costumbres populares marroquís, me comentó en su día que el color azul-añil era el protector ante algunos genios, para que el mal de ojo no entrase en la casa. Había un resto de creencia en el mal de ojo en el Valle, y Aurora comenta que una vecina suya siempre escondía a Juan, cuando este aun estaba en la cuna, de una mujer mayor que a veces les visitaba y a quien se le asociaba la propiedad de atraer el mal de ojo. Curioso el paralelismo, ya que Joaquina Albarracín me identificó el recóndito lugar de la provincia de Granada donde aún practicaban el conjuro del garabito (basado en la Mano de Fátima) para ahuyentar el mal de ojo en los niños pequeños.

                Mientras prepara la mesa del comedor Juan abunda en unos comentarios que había realizado con anterioridad, acerca de la red geobiológica de Hartmann, y como las casas tradicionales de moriscos se construyeron teniéndolo en cuenta. De nuevo una imagen viene a mi mente de un grabado medieval de la Vega de Granada, donde algunos zahories con varas de avellano seguían unas líneas discontinuas trazadas sobre el paisaje, los viejos zahories eran indispensables para ubicar los lugares habitables. Esta ciencia la incorporaron los alarifes moriscos en su construcción. Juan ha traído al hogar de su familia materna a un geobiólogo y le ha confirmado que la red de Hartmann determina la construcción. Al parecer la cabecera de mesa del salón, donde debe sentarse el cabeza de familia, es el lugar donde confluye el mayor cruce de energía: -Le daba fuerza, pero también responsabilidad, al cabeza de familia.

                Los andrajos resultan ser un plato “de sustancia”, la mezcla de puchero de bacalao, pan, pimientos y especias es muy atractivo. No es plato para estómagos tímidos y lo disfruto plenamente. La torta de pan, parecido al naam uzbeco u algunos de los panes planos que se pueden degustar en Turquía, es sencillamente apoteósico, podría comerme la torta entera y debo restringirme por un sentido del decoro. Quizá mis impresiones se están dejando llevar por la hospitalidad llana de mis anfitriones, Aurora, Juan y una amiga de la familia que se ha invitado por solidaridad, pero unos comentarios sitúan el escenario en su justa medida: pronto se publicará un libro de recetas de la Sierra del Segura basado en la cocina de Aurora, las recetas ya están escritas y ahora hace falta que venga un fotógrafo desde Barcelona para plasmar la gastronomía en imágenes. Como en un anuncio de televisión al descubrir una Arcadia feliz donde se cocinan las viejas recetas que solo unos afortunados pueden degustar al ir más allá de lo habitual,   así estoy disfrutando de lo que no se halla en restaurantes;  con la ventaja de que las cámaras que rodarán el anuncio aún no han llegado hasta aquí.

                Carretera abajo, de vuelta al Riopar Nuevo, Juan comenta que cuando era pequeño a los niños se les espantaba, no con las expresiones habituales en otros sitios: “Que viene el tío del saco”. “Que viene Camuñas”, etc.  En el Valle la expresión era: “Que viene el tío del sebo”. El “tío del sebo”, expresión granadina de origen medieval, cuando obligaban a los niños a comer una tostá untada en grasa de cerdo al paso del santo oficio para identificar purezas religiosas. Esta antigua memoria racial quedó incrustada en el Valle. Los miedos de unos y los rumores y resquemores de otros han estado siempre a flor de piel y han labrado códigos en el Valle que hay que entender en su origen.  

                Antes de llegar al pueblo, conecta de nuevo el DVD de El Cabrero con el cante El Río de los Flamencos, como si yo aún no hubiese comprendido algo importante. Al escucharla se me agudiza la percepción, en la voz intensa de El Cabrero descubro algunos de los códigos que he seguido al escribir el libro Qandil .   

“En lo alto de la sierra, nació de la piedra y se hizo camino.

Sin prisa llegó a Triana, abriéndose paso entre montes y olivos y tierras de calma.

Le fue llamando el lamento de la antigua y bronca garganta,

Y a su paso hondo y lento, el río conoce la voz del que canta más allá del tiempo.

El río de los flamencos, ese que tiene la reata larga, que arrastra quejíos y lamentos,

Que llora y que canta.

Quiero que suenen para siempre en sus orillas, que se escuche para siempre en sus orillas;

Serranas, soleás, soleares, tonás y seguiriyas.”

 

                En la oficina, Juan me enseña un mapa de la Sierra y me describe algunos lugares con pueblos  recónditos, de uno ellos procedía el padre de Vene (ver articulo Eugeni Casanova), que a veces ojeaba un libro antiguo con extraños caracteres que mantenía escondido en una viga de su casa. Fascinante geografía la de esta Sierra, llena de rumores de agua y antiguos silencios.

                En unas semanas Juan emprende una nueva empresa, va a recorrer andando más de dos mil kilómetros por caminos de sierras, siguiendo lo que él llama la Ruta de las Ardillas, divulgando como el pinsapo meridional fue la base de los abetos europeos, al trasportar las ardillas la simiente por las crestas montañosas de las cuencas. Le esperan entrevistas, cansancio y esperanzas. Una nueva empresa para divulgar una conciencia ecológica y global, de pertenencia a algo superior al conjunto de nuestras individualidades.  Nos volveremos a ver. ¡Inshallah!

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Conferencia-presentación

 

Qandil. Luces del Poniente /Conferencia-presentación

             

Francisco Martínez Dalmases

 Moderadora: María Jesus Vigueras Molins

Palacio del Bailío. Biblioteca Viva del Alandalus

Cordoba. 6 de Abril 2011

 Desde siempre he escuchado historias sobre gentes y circunstancias que no encajan en la España que nos es familiar. Fragmentos que hablaban de algo distinto: un gremio de tejedores musulmanes que había sobrevivido hasta mediados del siglo XX  en Almería, testimonios de cómo las tropas auxiliares marroquís de Franco fueron recibidos en algunos pueblos por gentes con libros escritos en árabe que salían de viejos arcones,  sanadores rurales que aplicaban métodos de teurgia islámica. Una pareja de bandoleros de la Sierra de Ronda, quienes a la hora de ser ajusticiados, a finales  del siglo XIX confesaron ser musulmanes.  Fragmentos con poca cohesión, pero que apuntaban a un sustrato diferente. 

 Hará unos diez años tomé la decisión de bucear en ese sustrato, en un intento de averiguar la fuerza y realidad de esos fragmentos. Pronto descubrí muchos otros y además tuve la fortuna de conocer a una familia manchega que en la España de esta generación se habían redescubierto a sí mismos como judios al tejer los hilos de todo lo que era diferente en su memoria y costumbres,  y además aceptaron compartir su historia conmigo. Entendí que ese proceso  era el mismo que yo intentaba hacer a otro nivel. A partir de ahí comencé a tejer hilos de la memoria islámica y judía que no se reconocen como tales.

 Mi proyecto inicial era reconstruir un puñado de historias que identificaban a quienes no eran parte de la memoria colectiva, y como podían aflorar sus orígenes. Eso encajaba bien con otra línea que iba a contener el libro, cierto modo de percibir el potencial humano desde la óptica del tasawwuf islámico –lo que se denomina camino sufi- , tan ligado a la huella interna de lo español. Desde cierta perspectiva el tasawwuf afirma que el ser humano debe recobrar  la memoria de su origen más allá de su grupo social, su cultura,.. incluso su tiempo histórico. Así que había dos líneas en el libro que se entrecruzaban y daban sentido una a otra. Ese era el proyecto inicial.  Diez años más tarde, podría decirse que esas dos líneas están presentes en el libro, pero para poder plasmarlo con fidelidad, los ingredientes se han mezclado y han tomado vuelo de un modo insólito incluso para mí. El propio proyecto me ha tomado de la mano y me ha obligado a investigar ciertas sombras de la historia española y las lagunas que  contiene.

 Para entender porqué la marginación de todo lo islámico y judío en la historia española, el porque del soterramiento de su identidad, porqué se crea el absurdo mito de la invasión árabe en el 711.  Para entender todo eso hay que desvelar algo fundamental, el hecho de que el pueblo español, al margen de la comunidad judía. a partir del siglo octavo y en el curso de varias generaciones evoluciona en su religión desde el cristianismo unitario (arrianismo) al Islam. No desaparecieron millones de españoles por arte de magia y aparecieron millones de árabes en la península. Ese acto de magia teatral no ocurrió. El disfraz histórico, a mi modo de ver, tiene su origen en un intento de crear una línea religiosa uniforme como identidad histórica para España,  al margen de la realidad de su gente. 

 Cuando yo era un niño de 9 años y mostraba cierta querencia por la historia, mis padres me regalaron un libro de la vieja colección Austral. El libro, escrito por un inglés-sueco, Charles Henningsen, describía doce meses de campaña con las tropas de Zumalacárregui durante la I guerra carlista. No me pregunten porqué se le regala un libro así a un niño de 9 años, pero lo cierto es que me fascinó. Henningsen era un buen observador. Al paso por uno de los valles del país vasco observa los escudos nobiliarios de sus casas y se detiene ante uno de ellos, donde al lado del escudo de armas tallado en piedra hay una leyenda que siempre he recordado: “Antes de que Dios fuese Dios y el sol alumbrase los peñascos, ya era noble la casa de los Velasco”. Charles Henningsen, comenta estas peculiaridades de los españoles, pero es una peculiaridad que describe un modo de abordar la historia.  Esa visión, donde la nobleza, la creencia  o la línea familiar deja en un segundo plano al principio creador o al astro que te alumbra, ese es un ingrediente en el colectivo español que hay que tener en cuenta a la hora de abordar sus raíces

 Americo Castro, que fue uno de los primeros en ver una extraña sombra en la identidad española, lo resumió muy bien, en su libro España en su Historia, cito: “El español no se dejó unificar mediante razones, conocimientos y leyes, sino a través de mitos y creencias”.

 Es arriesgado presentar unas historias que hablan de quienes no figuran en la narración de la sociedad que creemos ser, en el pacto colectivo que nos hemos transmitido. Las últimas huellas públicas del pueblo judío en la historia española creo que se remontan a finales del siglo diecisiete, en los procesos contra los chuetas en Mallorca. La historia no habla de judíos en la España de los tres últimos siglos. Pero en las últimas décadas se han producido emigraciones de familias españolas enteras hacia Israel en busca de redescubrir unas raíces que guardaban como secreto familiar, cuando los emigrantes son de Mallorca o Cataluña puede entenderse, pues había huellas tenues en esas áreas, cuando son gallegos se abre una inmensa interrogante. En algún lugar estarían, con alguna identidad incógnita, en la España de un solo color. 

 En la vertiente islámica los últimos datos de comunidades de moriscos, conocidos públicamente son los procesos de la Inquisición en Granada, Julio Caro Baroja, que los investigó, los sitúa en 1728. Menos conocido, pero también documentado, es el descubrimiento por parte de la Inquisición de una mezquita clandestina en Cartagena en 1769. Ese es el epílogo público, pero hay una importante identidad islámica en la España contemporánea, escasamente valorada y que nos habla de otra realidad.. Me refiero a Rodolfo Gil Benumeya, escritor, periodista y diplomático, quien nació en 1901 hijo de un cordobés de Puente Genil  y de una mujer granadina, de apellido Torre Benhumeya, descendiente de los Beni Umeyya, o casa real cordobesa. Rodolfo Gil Benumeya afirmó ser musulmán por transmisión familiar.  Su hijo, Rodolfo Gil Benumeya Grimau siguió los pasos de su padre como escritor, hombre de cultura y musulmán. La única mención pública del Islam clandestino que ambos conocían se produjo hace unos años, cuando Rodolfo Gil hijo, en un artículo titulado “Sobre la diáspora y la ocultación moriscas dentro de su patria. Hechos y recuerdos por vía verbal” aborda algunas relaciones de ese “islam interno”.  Allí menciona la red de antiguos moriscos en algunos lugares de Andalucía, y también algunas confidencias recibidas a lo largo de su vida por parte de familias donde existía una huella clandestina del Islam.  Uno de los episodios más sorprendentes que menciona es un frustrado viaje del general Franco a las Alpujarras a finales de los años 40 , el viaje se canceló en el último momento por la presencia de maquis en la zona.  Lo peculiar es que esos maquís llevaban barba y turbante. En algunos lugares, cuando la gente se echó al monte, se echó al monte con toda su historia detrás.

 El mito que se basa en el  “Antes de que Dios fuese Dios y el sol alumbrase los peñascos..”, un modo de abordar la historia, nos dice que la España pura y católica desde sus albores fue invadida, violada, en el año 711 y se necesitó un esfuerzo de siglos para expulsar a los extranjeros y que floreciera la verdad una vez más, proceso que terminó en 1492. La historia del Islam en España, según esa narración, surge con un ejército  árabe de siete mil a diez mil jinetes. El rey Don Rodrigo es traicionado por los hijos de Witiza y los “árabes” entran en España.

 Intentaré no aburrirles con datos históricos, pero hay que situar algunos ingredientes para entender que siempre ha habido judíos y musulmanes en España.  El cristianismo original, algunos lo denominan unitario, que antecede al catolicismo, carece de jerarquización, tan sólo existen los obispos en lugares donde se congrega una gran comunidad.   Los hermanos laicos que presiden las congregaciones, al estilo de Prisciliano, no son célibes. No existe doctrina de la Trinidad y algunos grupos cristianos niegan un pecado original. En realidad tiene tantos puntos de encuentro con el Islam como con el posterior catolicismo. 

 Abordar los antecedentes del Islam en España de este modo tiene una etiqueta descalificante en muchos círculos eruditos:  olaguismo, ya que Ignacio de Olague  escribió un libro “La Revolución islámica en Occidente” que cuestiona radicalmente la leyenda sobre la supuesta invasión árabe de España.

 Mi intento de leer el texto de Olague, hará unos quince años, concluyó en su capítulo acerca de San Eulogio de Córdoba. Me pareció imposible que existiese tal agujero en la historia española, pensé que se había equivocado. Al profundizar en fuentes medievales he tenido que volver sobre San Eulogio de Córdoba, y para mi sorpresa incluso la Iglesia católica refiere el incidente sin darse cuenta de las implicaciones.  San Eulogio, que pertenecía a la minoría católica en Córdoba y recibió una educación exquisita, no estamos ante un anacoreta aislado, viaja a Navarra en el año 850 –en su camino hacia Francia, donde no puede llegar a causa del estado de guerra en los Pirineos- y en el monasterio de Leyre descubre la existencia de un manuscrito con la biografía en latín del profeta llamado Mohammed, para él desconocido hasta ese momento, y así se lo transmite a su congregación a su vuelta a Córdoba. Desconocía la existencia del Islam en España, para él la religión y cultura con la que se encontraba enfrentado en Córdoba era el arrianismo, los cristianos unitarios. Esto describe la calidad de las leyenda del 711, y la supuesta columna árabe que avanzó hacia Córdoba, penetró por una brecha en la muralla y en una noche se apoderó de la ciudad.  Y esto nos da una pista de como se ha construido la leyendo del otro. El otro, fuese judío o musulmán no era español, no podía serlo. Por Dios, que no lo sea.

 El profesor Ali Kettani, que se convirtió en rector de la Universidad Averroes aquí en Córdoba, tuvo contacto con algunos de esos españoles contemporáneos descendientes de moriscos, y comentaba un hecho bastante desconocido, hablaba del contínuo goteo de españoles que hasta el siglo XX, emigraban a Marruecos, se casaban y se quedaban a vivir allí  como modo de engarzarse con sus raíces culturales. Esto no está reflejado en ningún libro de historia en España, pero forma parte de la realidad que muchas familias han vivido.  

 Por cierto, en el Bajo Cinca, en particular en Fraga, se mantuvo hasta principios del siglo XX un tradición de sanadores que utilizaban libros talismánicos con escritura árabe, con toda probabilidad lenguaje aljamiado. Lo más sorprendente es que a principios del siglo XX algunos sabían leer los trazos. Rodrigo Pita Mercé estudió estas prácticas y lo comentó en el libro “Lérida Morisca”. Hablé con él hace unos años y era un anciano un tanto desencantado. Rodrigo  Pita Mercé fue juez de comarca en Fraga en los años 50 y 60, y veía difícil cómo contarle a la gente que había otros hilos en la historia.  Hace un par de semanas le llamé para decirle que había publicado el libro y darle las gracias por la información acerca de los adobets, los grupos errantes catalanes, y los libros talismánicos de Fraga. Cogió el teléfono directamente y pronto la conversación se caldeó, este testigo de la gente del bajo Cinca durante un par de décadas me dijo algo que yo desconocía, no se si está recogido en algún texto: “lo más curioso es que la gente de Fraga no podían pronunciar la P, la cambiaban a B”.   Como ustedes bien saben ese es uno de los rasgos de poblaciones que tienen un trasfondo lingüístico árabe, no pueden prounciar la p y la convierten en b. Nunca se habla lo suficiente con personas que han identificado otros hilos en nuestra cultura.

 No soy el primero en describir a los españoles obligados a una memoria marginal.  Otros lo han hecho con más ingenio y mejor pluma.  El primero de ellos fue Miguel de Cervantes, quien en la II parte de El Quijote,  habla del encuentro de Sancho Panza con el morisco Ricote, y  como este confiesa su vuelta a España de modo clandestino, tras vagar por Europa como tudesco, lo cual nos da  una pista sobre el destino de una parte de los expulsados, ya que muchos moriscos que partieron por lo que se llamó la ruta francesa, regresaron de este modo, mezclados entre bohemios y tudescos.   Describe Ricote el pesar de muchos de estos expulsados, que prefieren regresar a la dureza de su propia tierra que vagar en libertad por Europa.  El propio nombre de Ricote evoca el valle de moriscos en Murcia, donde muchos permanecieron al margen de las expulsiones. Cervantes entrega la II parte de El Quijote a imprenta en el año 1615, cinco años después de las expulsiones, lo cual le coloca como observador privilegiado.

He querido recrear un trozo de la memoria española en forma de mosaico donde se muestran estos fragmentos de identidad dispersa, y he intentado crear un diseño al ensamblarlos. En algunos casos las historias están extrapoladas en base a varios fragmentos, en otras dibujan una silueta cercana a algunas historias personales. Algunas líneas narrativas proceden de confidencias, otras de estudio de textos dispersos en trabajos de cronistas locales que no alcanzan notoriedad, y otras proceden de mi mirada. Todas las historias vuelcan en un cuenco, así veo al libro, donde es posible sanar la memoria colectiva.  Escogí construir el libro de este modo, pues no creo que los tiempos estén ya para teorías. Creo que hay que contar las cosas de otro modo. 

 Para terminar, me gustaría mencionar un par de nombre que quizá les sean  familiares:

 Hace unos años un ilustre marroquí, Mohammed Bargach, escribió un libro sobre la historia de su familia y la búsqueda de sus raíces. El árbol de su familia incluye consejeros reales, ministros de asuntos exteriores del reino alauita, líderes de la ciudad de Salé, y buceando en el tiempo, a los líderes de la comunidad morisca expulsada de Hornachos, que tras su éxodo de Extremadura, estableció la república de Salé, al lado de Rabat, y retrocediendo en el tiempo, sí, la familia Bargach en realidad es una rama de la familia Vargas, que nos es familiar en muchas manifestaciones culturales –y que podríamos asociar con un lejano parentesco morisco-  . Pero, pero, retrocediendo en el tiempo los Vargas en realidad son una familia castellana, cuyo ancestro más notable, Juan de Vargas, ayudó a Alfonso VI en la conquista de Madrid en 1085.  Los Vargas, con sus muchas ramas, escenifican lo que la institucionalización de la historia española ha intentado ahogar por lo civil o por lo militar, la extraordinaria capacidad de mestizaje cultural, religioso, humano, que un día arraigó en esta tierra. Y los Bargach marroquíes mantienen como escudo de armas un yelmo castellano con penacho, y unas ondas azules en campo de plata, posiblemente recuerdo de su origen al lado del Cantábrico.

 Manuel Pimentel publicó hace unos años un libro, Los Otros españoles, escrito conjuntamente con Ismael Diadié, el presente depositario por línea familiar de la biblioteca Kuti  en Tumbuctú. Esta biblioteca, clave para conocer España desde otra orilla, fue ensamblada a partir del embrión que estableció Ali Ben Ziyad, un exiliado español, sediento de conocimiento, que en el siglo XV viajó por el Norte de Africa, añadiendo a su fondo de manuscritos españoles, otros que compraba en sus viajes. Ben Ziyad terminó por asentarse en Gumbú (Mali) y sus descendientes derivaron  finalmente hasta Tumbuctú.   Este personaje, Abu Ziyad al Quti, en su origen era un juez toledano, cuyas raices familiares emparentan con el rey visigodo Witiza, convertidos en musulmanes y conocidos como familia Banu Quti. Bueno es saber que los descendientes del último rey visigodo son musulmanes establecidos en Tumbuctú durante generaciones

Esta es también la España real y los españoles.

 Creo que ya toca, ya es hora que nos reconozcamos bajo las diferentes culturas, religiones y tiempos en las que hemos convivido.  Hay un punto de memoria retorcida en lo español y olfateamos diferencias muy nuestras como algo ante lo que hay que reaccionar con agravio. Más allá de las dos Españas que versificaba  Machado, existe una tercera España silenciosa y de memoria tapada, con cierto peso de marginalidad, que ya toca que se abran las ventanas y corra el aire. Los españoles también somos judíos y musulmanes. Y ante unos tiempos que vienen cargados de dificultades  necesitamos integrar plenamente todas nuestras fuentes. Las cicatrices de identidad que arrastramos desde hace siglos producen líneas de fractura  y  los mitos religiosos medievales ya no nos sirven de nada. Creo que en nuestra historia se escenifican de modo cíclico esas fracturas, y debemos ser conscientes de ello. Ya es hora  de que nos reconozcamos en todas nuestras realidades. Que se abran las ventanas y corra el aire.

Gracias.

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Enlaces audio

 El Río de los Flamencos.  El Cabrero

http://www.atipicosyutopicos.es/PAGINAS/catalogo.html

http://www.el-cabrero.com/paginas/PDN-CANTES%20OK-APRIL%2013/02-MARIANA.mp3

 

Entrevista en Radio Exterior de España, quiza te apetezca escuchar el podcast

http://www.rtve.es/alacarta/audios/un-idioma-sin-fronteras/un-idioma-sin-fronteras-19-04-11/1077869/ (a partir del minuto 26:00)

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Awfaq. Armonizar

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Los maestros de la memoria

 

Los maestros de la memoria  

 

Thomas Merton. Monje trapense. Siglo XX

Quien no esté solo, dice Filoxenes, no ha descubierto su identidad. Parecería estar solo, tal vez se experimenta como individuo. Pero al hallarse voluntariamente encasillado, limitado por las leyes y las ilusiones de la existencia colectiva, no tiene más identidad que un nonato en el vientre. Aún no es consciente. Es un forastero de su propia verdad. Posee sentidos, pero no puede usarlos. Tiene vida, pero no identidad. Para tener identidad, tiene que despertar, y percibir. Pero para despertar, tiene que aceptar la vulnerabilidad y la muerte. No por ellas mismas: tampoco por estoicismo o desesperación. Sino únicamente por la invulnerable realidad interior que no podemos reconocer (que solamente podemos ser), pero a la cual despertamos recién cuando vemos la irrealidad de nuestra vulnerable corteza. El descubrimiento de este ser interior es un acto y una afirmación de la soledad.

Ahora bien, si tomamos nuestra corteza vulnerable como nuestra identidad verdadera, si pensamos que nuestra máscara es nuestra cara verdadera, la protegeremos con fabricaciones aunque ello nos cueste violar nuestra propia verdad. Tal parece ser el propósito colectivo de la sociedad: cuanto más se dedican a ello los hombres, más certeramente se vuelve una ilusión colectiva, hasta que al final tenemos la dinámica enorme, obsesiva e incontrolable de las fabricaciones diseñadas para proteger meras identidades ficticias.

  

Anónimo judío

Un Viejo Rabí le preguntó a su asamblea de discípulos:

                -¿Cómo sabemos que la noche ha finalizado y el día comienza?

                Tras un momento alguien se aventuró a hablar: -Es ese momento en que los árboles individuales comienzan a destacarse del bosque.

                El viejo rabí negó con su cabeza: -No, no es ese momento.

                -Es ese momento en el que podemos comenzar a distinguir una nube de la bruma de la mañana –dijo otro.

                -No , – dijo el viejo rabi.

                Todos cayeron en un profundo silencio, hasta que alguien finalmente exclamó:

                -Por favor, dinos, rabi, ¿cómo podemos distinguir ese momento en que la noche ha finalizado y el día comienza?

                -Es ese momento en que puedas mirar el rostro de un forastero y reconoces tu rostro original. Hasta entonces, la noche se encuentra entre nosotros, –dijo el rabí finalmente.

Rabí Alessandro de Viterbo. Pardés Bináh. 1832

Se puede muy bien estar con los ojos abiertos y permanecer dormido, dormido para las cosas esenciales. Y al revés: podemos tener los párpados entornados y parecer dormidos para lo habitual y habitar, sin embargo, varios mundos a la vez. La característica más común de este singular modo de estar despierto consiste en que todo se ve como aureolado por un significado más profundo. Por ejemplo, al contemplar un objeto percibimos las manos que lo han hecho, la historia de la materia que lo organiza, su uso y destino, las relaciones de contigüidad y valor que tiene con las demás cosas que lo rodean. De modo que lo que es válido para una mesa o un libro es todavía más extraordinario cuando se trata de un ser humano. Eso se llama ver lo semejante en lo diferente, y en cada concavidad la invisible convexidad que la envuelve.

 

Platón de Atenas (428-347 a.c.)

En el libro VII de “República”, Platón presenta su mito más importante y conocido, el mito de la caverna. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora de nuestra naturaleza.

 Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos (animales, árboles, objetos artificiales…). Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos. En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.

Señala Platón que el prisionero liberado va poco a poco descubriendo niveles de realidad cada vez más auténticos: primero miraría los objetos del interior de la caverna y la luz del fuego presente en ella, después saldría al exterior de la caverna y vería primero las sombras de los objetos, después los reflejos de los objetos en el agua  y luego los objetos mismos. Finalmente percibiría el Sol, concluyendo que es lo que produce las estaciones y los años, gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compa­ñeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería; esa vida le parecería insoportable. Pero a pesar de todo, regresaría al mundo subterráneo y aunque pudiera perder la vida en el intento por mostrarse al principio torpe en ese mundo de las sombras y provocar las risas y el desprecio de sus compañeros, bajaría para ayudarles en su liberación. 

 

San Juan de la Cruz. Siglo XVI. Coplas

Entreme donde no supe
y quedeme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo, toda ciencia trascendiendo.

 

Hakim Jan   (siglo XX). El Diseño.

Hace casi mil cuatrocientos años había un hombre que vivía en un oasis en el desierto de Arabia. Su peculiaridad es que mantenía como animales domésticos una cabra y un lobo, que vivían junto a él en armonía.

Un viajero cuya ruta le traía periódicamente a través del oasis intimó con él.  Un día le preguntó cómo es que mantenía esos dos animales que eran de naturalezas opuestas.  El hombre le dijo:

                -La cabra nos suministra leche, y el lobo nos protege. Uno trabaja con el otro, porque hay cierta  armonía en el mundo en ciertos lugares.

                Un día el viajero  se estaba aproximando al oasis de nuevo, cuando se horrorizó al ver como el lobo saltaba sobre la cabra y la devoraba.

                Al llegar al lugar, el beduino salió corriendo y exclamó:

                -Un hombre despierto ha muerto y el mundo está ahora dislocado. Hay gentes en esta tierra cuya presencia produce cierto efecto. Ahora veremos catástrofes y desastre, y las cosas no serán lo mismo hasta que los acontecimientos sean enderezados.

 

Ismail Hakki Bursevi. (Bursa, siglo XVII-XVIII)

Todo depende del recuerdo. No se comienza aprendiendo, se comienza recordando. La distancia de la existencia eterna y las dificultades de la vida nos causan el olvido.

Es por esto que la Divinidad nos ha ordenado:

-¡Recuerda!

                                                               

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Los últimos de Al-Andalus

Los últimos de Al-Andalus
Eugeni Casanovas

El reportaje  original fue publicado por el diario catalán LAVANGUARDIA, en su suplemento Revista, en las páginas centrales 10 y 11, el día 12 de noviembre de 2.006.

 
En la sierra del Segura se mantiene el recuerdo de descendientes de moriscos que practicaban costumbres musulmanas
Juan López González se postraba de rodillas mirando al este y tocaba repetidamente con la frente en el suelo. Al sol le llamaba a veces Mahoma. A menudo recitaba unas salmodias incomprensibles con un libro viejísimo en las manos, con tapas negras de madera, que escondía dentro de una talega en una viga. En Semana Santa, cuando por el pueblo desfilaban procesiones, él no probaba ningún alimento mientras hubiese luz natural. Esos días, colocaba un plato vuelto del revés en el umbral de la puerta de su cortijo: Un día que un vecino le preguntó porqué lo hacía, respondió ruborizado que era para que el plato se secase. «Es que estaba muerto de miedo, siempre se escondía y me pedía a mí que no contase nada de lo que le veía hacer -explica hoy su hija Venerada-; él y su hermano salían a rezar al campo, para que nadie les viese». Antes de comer, inclinaba la cabeza y susurraba una salmodia en la que repetía mucho Alá. Tenía expresiones propias: decía arua jimena (ven aquí) jarria (mierda), quém (perro)… «Es nuestra tradición -me contaba-pero eso no debes decirlo fuera de casa».

Juan López murió en 1986, cuando Vene, así la llama todo el mundo-contaba 31 años. Ella se fue entonces a trabajar a Francia. En su pueblo, Riópar, inmerso en la Sierra del Segura, se pasaban tiempos de estrechez. La mujer se llevó una sorpresa mayúscula en su lugar de trabajo cuando oyó que un compañero marroquí le decía arua jimena, como su padre. El marroquí le enseñó un Corán y Vene lo asoció inmediatamente con el librote que su padre bajaba con una pértiga de la viga. Llena de curiosidad, buscó el texto en español y comprobó que allí se citaban las uríes, otra palabra de su padre. Vene duda de que su progenitor entendiese gran cosa: «Se ponía las gafas y lo abría, pero yo le preguntaba cosas de él .y no sabía responderlas».

Vene vive hoy en el cortijo de su padre, llamado Martínez Campos porque, dicen, fue del general. Su progenitor había nacido en él. El padre de él era de Bogarra, un lugar vecino. Su bisabuelo procedía de Las Casicas del Segura, otra aldea cercana. A pesar de éste pedigrí, su padre y su abuelo decían siempre que la familia era «de Granada», Y cuando precisaban más, de las Alpujarras y de Motril. Sin embargo se trataba de una especie de me memoria ancestral, porque no había constancia de qué antepasados se habían trasladado hasta la Sierra del Segura. Esa memoria también había transportado a través de los siglos el recuerdo de Abén Humeya, «que era nuestro rey, un santo varón, un gran hombre», en palabras del padre.
Juan López fue quizás el último, pero no el único. Aurelio Amores, que nació en 1918, recuerda que en su juventud los más mayores de Riópar Viejo (el núcleo original del pueblo), donde él vivía, «adoraban al sol» al amanecer. «Se asomaban a los riscos de levante y se hincaban de rodillas y hacían reverencias», asegura. «No eran pocos; había, al menos, una docena», y repetían jati mali. Aurelio tiene bien claro porqué los viejos ejecutaban este ritual: «Era su religión, adoraban al sol como nosotros lo hacemos con Jesucristo». En ningún momento se le ocurre vincular estos actos con el Islam, del que él no tiene noticias. Dos generaciones anteriores a la suya estas prácticas estaban generalizadas en su vallé. «Mis abuelos me contaban que cuando ellos eran jóvenes había muchos viejos que se postraban mirando al levante varias veces al día», explica.

Riópar está situado en el sur de la provincia de Albacete, tocando a la de Jaén, en un valle cerrado al que sólo puede accederse a través de tres puertos situados entre los 1.100 y los 1.400 metros de altitud, nevados en invierno: «Hasta hace muy poco esto estaba perdido de la mano de Dios», explica Juan Valero Valdelvira, un empresario de 50 años que tiene una empresa de producción de maderas nobles. «Cuando yo era pequeño aún no había carreteras y la población vivía en cortijos diseminados por el monte; está claro qué aquí no llegó la inquisición y en el momento de la expulsión en 1609 los musulmanes nativos no fueron molestados».

El padre de Juan Valero era matarife y él le acompañaba por los cortijos de la sierra a hacer su trabajo. “Estuviera donde estuviera la casa siempre situaban la mesa de la matanza encarada al este, con una desviación de cinco grados hacia el sur, exactamente la dirección de La Meca. Yo me di cuenta de eso hace diez años y pregunté a diferentes cortijeros porqué ponían la mesa en esa posición. La respuesta invariable era que siempre había puesto así» .Valero cuenta que las costumbres de su abuelo eran de musulmán, por su austeridad, por su visión de la vida…aunque él mismo no lo sabía. El le llamaba «hermano», un apelativo que se daba a la gente mayor y respetada, como se hace en árabe. Su abuelo que no se movió nunca del pueblo hablaba siempre con nostalgia de Granada e indicaba el camino por el que se va a la vieja capital nazarí. Él todavía celebraba la vieja costumbre moruna de dar de comer a los animales lo mismo que a las personas un día al año, y para matar una bestia pedía permiso a las alturas. Pensaba, como hoy todos los viejos del valle, que una mujer no puede subir a un árbol cuando menstrúa, porque éste se secará según anuncia el Corán.
Indumentarias características

En las familias de tradición musulmana aún hay recuerdos de la indumentaria característica. Vene había oído en casa que el abuelo de su abuelo llevaba siempre «una bata» encima de los pantalones y la camisa, «una chilaba”. Su abuelo le contaba que iba a trabajar al campo con ella. El último de Riópar en llevar bata fue el llamado tío Sayas por su atuendo. Murió en 1971 y su recuerdo sigue muy vivo. «Dicen que llevaba la saya porque tenia incontinencia urinaria, pero es obvio que él no la había improvisado»; comenta Juan Valero. Su propio bisabuelo llevaba un pañuelo envuelto en la cabeza; «al estilo morisco».
La madre de Juan Valero, Aurora Valdelvira, todavía sabe anudar el pañuelo de esa manera y tiene recuerdos también de una persona que se arrodillaba y hacía reverencias: «Yo veía hacer eso a un labrador, Lorenzo Castillo Peinado, hará unos sesenta años. Dejaba el tiro del arado a un lado y se agachaba y se levantaba en dirección al Collado de la Rambla, -la dirección de La Meca-. ¿Qué hace éste?, me preguntaba yo».

Aurora coincide con su hijo en que su suegro «tenía muchas cosas de moro». Recuerda su petición de mano y su boda, en que los padres del novio adornaron caballerías con colchas de cama y fueron hasta su cortijo, donde se hizo una fiesta con vino azucarado y dulces. A ella le pusieron un delantal y todos le tiraban dinero en él. Cuando murió la hermana de su padre la amortajaron de blanco y le pusieron un ramo de flores en las manos, y la velaron durante toda la noche. Juan Valero explica que casi todas estas costumbres y muchas otras de Riópar se ven reflejadas en el libro de Gerald Brenan «Al sur de Granada». El escritor inglés vivió en la década de 1920 en un pueblo de Las Alpujarras, Yegen, y describió el carácter y las costumbres de sus gentes.

La cocina es otro elemento muy particular en las familias tradicionales de Riópar. El padre de Vene preparaba cuscus («él lo llamaba así»), con cordero, patatas, garbanzos Y harina tostada, con un sofrito de cebolla, tomate y perejil. Pero lo que más recuerda son las almujábenas, unos dulces que se hacen en distintos lugares, que su padre enseñó a preparar a su madre -que no compartía sus tradiciones- y que se comían durante la Semana Santa, con harina, huevos, agua y azúcar. Aurora Valdelvira prepara, por su parte, nuégadas, unas bolas hechas con nuez y azúcar tostado.

El padre, cuyo oficio era resinero de monte y apenas salió de Riópar, decía a Vene que los árabes gustaban mucho de los dulces y que los hacían con miel. Luego de muchos años, ella ha vuelto a preparar almujábenas y otra repostería de la que se hacía en su casa, y ha empezado a servirla a sus huéspedes, porque, tiene habitaciones, de turismo rural.

Cuando Juan López y su hermano ayunaban por Semana Santa, hacían un preparado con harina, que comían antes del amanecer y al anochecer, pero Vene no sabe exactamente qué era. En esos días no fumaban ni tomaban vino. Vene explica que una tarta hecha con manteca de cerdo tradicional en Riópar en su casa se hacía siempre con manteca de vaca.“
Mahoma debe estar radiante

Vene tuvo que hacer la comunión como todas los niños del pueblo y su padre se llevó un disgusto; «él jamás entraba en la iglesia». «Mi madre insistió en que la hiciera porque `”si no, nos iban a señalar”, pero yo fui la única que no fue a la catequesis». Con el matrimonio, muerto ya Franco, ya no tuvieron reparos. «Yo no me casé por Iglesia: mi padre no quería», explica. Aunque sí tuvo una pequeña ceremonia casera: Su progenitor hizo unas señas con la mano delante de ella y le dijo: «Salte de la casa y echa el pie derecho hacia delante, y ya serás para él el resto de la vida». Antes le había a advertido: «No te has de casar un día de lluvia o nublado, tiene que estar el cielo claro; Mahoma debe estar radiante”.

Juan López explicaba a su hija que su identidad era postiza. «Nosotros venimos de la raza de los Caravavantes y de los Navalón; perdimos el nombre y nos pusieron otro». En este sentido, Juan Valero tiene muy claro de dónde vienen muchos de los apellidos del valle y la trayectoria que han seguido. «Mi segundo apellido, Valdelvira, es bab elvira (puerta bella) -es famosa la de Granada-, y los que se llamaban así jamás fueron bautizados, lo mismo que los Banegas a los Alarcón, es decir, nunca hicieron la conversión oficial al cristianismo, y eso se sabe en las familias». En Riópar se han conservado también algunos términos árabes particulares –Valero ha recogido más de 200- como aljuma (hoja de pino) y estar en fárfaras (sin vigor).

Un tonillo característico

El pueblo murciano de Albudeite es quizás el único lugar del antiguo Al Andalus donde ha permanecido el acento propio de los árabes. Sus habitantes conservan una cantinela peculiar que llaman tonillo y, además, no usan el pretérito indefinido (no dicen, por ejemplo, “he estado ”sino “estuve”), un tiempo verbal inexistente en la lengua árabe de sus antepasados. El alcalde la población, Joaquín Martínez, explica que en la tradición local se ha conservado que “vienen de moros” y, por supuesto, en los pueblos vecinos se han encargado de recordárselo con motes y chirigotas, en los cuales siempre figura el mismo gentilicio: moro. La memoria popular vino a confirmarse cuando el historiador Juan González Castaño dio con un documento que probaba que Albudeite fue respetado en la expulsión general de los moriscos. “No se sabe por qué razón, pero la cuestión es que aquí se quedó el pueblo entero”, explica el estudioso, que especifica que esto no sucedió en ningún otro lugar de la Península.

Murcia fue el último lugar en expulsar a sus moriscos. La conquista se había producido en 1.252 y los descendientes de musulmanes estaban muy asimilados. Ello hizo que desde los estamentos del reino se mandaran súplicas a Felipe II para que les permitiera quedarse, porque la mayoría eran católicos practicantes y tenían buena vecindad con los llamados cristianos viejos. Por esta razón, la expulsión general de 1.609 y 1.610 los respetó, pero el rey, presionado por una parte de los intransigentes del Consejo Real y, de otra, por los defensores de los moriscos, mandó en 1.612 a un dominico (la orden de la Inquisición), Juan de Pereda, para que informara sobre la conducta de los descendientes de musulmanes. El fraile recorrió durante dos meses muchos de los pueblos donde había mudéjares y entrevistó a centenares de personas. Comenzó en el Valle de Ricote (1), poblado casi enteramente por antiguos musulmanes (Cervantes llama, justamente, Ricote al morisco que aparece en el Quijote), y siguió el curso del Segura hasta Murcia. El dominico contabiliza que en Albudeite había 312 mudéjares y sólo seis cristianos viejos. El fraile señala tonillo en los habitantes de Priego –“donde hay 935 mudéjares y 59 cristianos viejos”-, Fortuna –“684 mudéjares y 54 cristianos viejos”-; “en este lugar se conoce algo más el tonillo de moriscos y también retienen el modo de llorar a los muertos” (otro signo musulmán) y en el Valle de Ricote encuentra el tonillo en todos los pueblos. Concretamente en Ricote y en Ojós “dicese desta gente que tienen más tonillo que otros y que en el comer tocino se excusan más que en otras partes”. A pesar de estas reminiscencias, el dominico concluyó que “a mi parecer hay bastantisimo testimonio para darlos por buenos cristianos y fieles vasallos de Su Majestad”. Con todo, los moriscos murcianos fueron expulsados a principios de 1.614. Juan González Castaño, que ha publicado el informe de Juan de Pereda explica que “muchos se quedaron camuflados; otros, protegidos por señores y convecinos; otros profesando en conventos deprisa y corriendo…y otros volvieron al cabo del tiempo y reclamaron sus tierras y demás posesiones”. Una mayoría se refugió en el reino de Valencia y luego regresaron a Murcia, donde un informe de agosto de 1.615 explicaba que “hay tantos que parece que no se ha hecho la expulsión”. Esto fue general en todos los reinos peninsulares, donde, sumados a los convertidos de antiguo, se quedaron muchos más de los que se fueron. En lugares como las Alpujarras, Gerald Brenan constató que a principios del siglo XX conservaban muchas de sus viejas tradiciones.

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